jueves, 14 de junio de 2012
CAPÍTULO 20. LOS VECINOS IMPARES. VI La naturaleza de Clementina
Los días se iban haciendo cada vez más cortos, pero como Clementina llegando el frío salía menos de paseo por las tardes; cuando no se quedaba en el almacén a hacer horas, se le hacía eterna la espera de la llegada de la hora de la cena. Así que esa tarde, haciendo gala de su naturaleza disciplinada y responsable, la pasó escribiendo en el cuaderno titulado Un otoño alemán de Alfredo Velasco aquello que recordaba haberle contado en el rellano.
Tuvo serias dudas respecto a si sería mejor escribir con bolígrafo o con lápiz. De hecho, si no le hubiera parecido tan embarazoso, habría llamado al timbre de la puerta contigua para preguntárselo directamente a su vecino. Después de recorrer la casa de punta a punta varias veces mientras buscaba sus lápices y bolígrafos, se lavaba las manos en el baño, iba a la cocina a llenar un vaso hasta el borde de zumo de naranja, decidió que lo mejor sería escribir en folio aparte que le entregaría junto al cuaderno intacto.
Y por fin Clementina se sentó y escribió. Escribió como si sólo tuviera que rememorar. Empezó describiendo un antiguo cementerio en alguna pequeña ciudad alemana, explanadas llenas de estrechos caminos de tierra cubierta por las hojas secas de árboles muy muy viejos que parecen estar ahí junto a las tumbas para acompañarlas. Apenas ha amanecido y hay una ligera niebla y entre las lápidas, a lo lejos, se distingue una figura grisácea, alguien tal vez llegado de lejos exclusivamente para visitar aquel lugar, aquella tumba tan similar a las demás.
Clementina se sorprendió de que las palabras escritas por su vecino le sugirieran aquello que había escrito con su letra redondeada y en renglones tan derechitos que siempre se esforzaba en hacer. ¿Por qué un cementerio? Ella ni estaba familiarizada con esos lugares ni sentía ninguna atracción tampoco. ¿Qué es lo que le había llevado a describir ese sitio? Ella ni siquiera conocía Alemania. ¿y por qué esa figura?, ¿quién era?.
Se recostó en la silla y mientras se bebía el zumo decidió que lo mejor para despejar aquellas dudas sería investigar.
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mu chulo
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