domingo, 25 de marzo de 2012

CAPÍTULO 3. LOS VECINOS IMPARES. II La naturaleza de Clementina.

Un gato en sus cabales no se quedaría ahí, en medio de la acera, bajo esa lluvia de cascada doble. Clementina observaba extrañada y casi preocupada desde la parada del autobús. ¿Por qué ese animal pequeño no se resguardaba, aunque fuera debajo de un coche o en la parada del autobús? Es verdad que la marquesina estaba atestada de gente, algunos casi haciendo equilibrios sobre un solo pie porque no había espacio para más, pero seguro que lograba hacerse un hueco: era un gato muy pequeño. A lo mejor, el pobre animal, por su naturaleza de gato negro, prefería estar ahí solo y bajo la lluvia antes que incomodar a toda aquella gente. Pero, tal vez, no le importaba que alguien le resguardara de la lluvia con su paraguas; así que Clementina dejó a un lado la parada y avanzó hasta donde estaba el animal y allí se quedó, junto a él, compartiendo su pequeño paraguas con el pobre bicho que ahora empezaba a temblar, no se sabía si de frío o de miedo al verse bajo ese tejadillo color mostaza.
No supo cuanto tiempo estuvo allí esperando. Ya no se atrevía a dar media vuelta y dejarlo de nuevo a la intemperie. Eso no habría estado nada pero que nada bien. Lo cierto es que pasó el autobús de Clementina y después otros muchos. También pasaron las siete, y las siete y cuarto, y luego las siete y media y así hasta que su reloj marcó las siete y cuarenta minutos, momento en que por fin dejó de llover. Para entonces las mangas de su abrigo y los bajos de sus pantalones chorreaban agua. Clementina cerró el paraguas pero... todavía sentía cierto apuro de dar media vuelta dejando allí al animal que ahora se lamía las patas delanteras en un gesto que tenía algo de cursi, como jactándose con coquetería de haber sido el centro de atención de aquella desconocida durante casi una hora. Cuando el gato terminó de acicalarse, simplemente comenzó a alejarse con una tranquilidad que revelaba mucho desdén hacia su bienhechora.

1 comentario:

  1. ¡Que jodio el gato,no sabe ná!No sabía que te habías pasado de la literatura dramática a la narrativa.La verdad es que me hubiera gustado saber hacer algo tan bien como lo haces tu.

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